JOHN CROOK (Maestro Chan Chuan-deng Jing-di). Abrir la cámara del tesoro - Achana.

"La cámara del tesoro se abrirá naturalmente, por sí misma." - Eihei Dogen Zenji (Japón 1200-1253)

La meditación no nos obliga a un esfuerzo desesperado para llegar a ningún sitio. La práctica de la meditación debería ser una cosa natural, como respirar o marchar. Si es demasiado forzada, si hay tensión, la meditación se convierte en egoísta. Se convierte en una forma de deseo, en una forma de necesidad. Esta es la razón por la cual la práctica de la meditación tiene por principio una relajación profunda. La utilización de la respiración, entre otros, permiten a la mente aquietarse; no son la meditación en si misma, pero sí sus preliminares. Permiten llevar la mente a un espacio más calmado, donde la meditación pueda nacer por si misma. Cuando nos sentamos cara al muro la primera cosa que hay que hacer es verificar donde se encuentra la mente. A veces está muy calmada y simplemente podemos escuchar el canto de un pájaro, pero comúnmente la mente está llena de una energía vagabunda, yendo por cualquier sitio.

Esta energía errante es la agitación permanente del ego, divagando libremente, es como un motor de automóvil que girara en el vacío, con su sordo ronroneo de ruido de fondo. Es la agitación del ego mendigando, el sufrimiento fundamental.

Cuando os sentáis la primera cosa que hay que hacer es descubrir donde se encuentra vuestra mente. Basta reconocer esto. Basta señalar la irritación que crea la aproximación de un avión, esa intrusión no deseada de un piloto en el cielo. Basta reconocer la manera en la cual la mente es perturbada, expulsada de su centro. De este reconocimiento nace a menudo una realización. Saber simplemente donde se encuentra la mente es suficiente a menudo. "Sí", podríais decir, "sí, he aquí donde se encuentra, he aquí lo que me ocupa en este momento". Así pues la primera cosa que hay que hacer es verificar donde se encuentra la mente.

La segunda cosa que hay que hacer es abrir vuestra mente al universo. El universo está justo delante de vosotros. Abriros simplemente a los sonidos de la habitación donde estáis sentados, a la pared blanca, a vuestro propio cuerpo, a los compañeros con los que meditáis. Todo esto es el universo. ¿Qué otra cosa podría ser?

Todo eso está presente precisamente en este momento, como una única experiencia. ¿Podéis entrar en relación con ella? ¿Podéis abrir vuestro corazón de tal manera que esta experiencia de vosotros mismos, como solo ser aquí, llegue tranquilamente a aposentarse en vosotros?...Nada extraordinario.

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Fuente: Abrir la cámara del tesoro. John Crook

Foto: Maestro zen chino Sheng-yen entregando el certificado
de la transmisión del Dharma al Dr. John Crook